Ucrania; el pulso U.E y Rusia que puede acabar en tragedia.

La Unión Europea lo tiene todo a favor para firmar un acuerdo de libre comercio con Ucrania y atraer el país hacia su área de influencia. El rechazo in extremis del pacto por parte del ya expresidente ucraniano, Víktor Yanukovich, fue el detonante de unas manifestaciones y protestas que han concluido su defenestración política, ochenta muertos en la calle, tensiones secesionistas en el Este del país y un Gobierno de transición proeuropeo que dirigirá Ucrania hasta las elecciones generales del próximo 25 de mayo. La UE aseguró ayer que esperará al resultado electoral para firmar cualquier acuerdo, pero dadas las circunstancias, lo más probable es que el próximo Gobierno sea también favorable a estrechar lazos con Bruselas en lugar de con Moscú. Kiev ya ha puesto un precio: necesita 25.000 millones de euros para evitar el colapso económico. La UE está en condiciones de aportar una buena parte de esa cantidad e interceder por Ucrania para conseguir el resto. Tanto el FMI como EEUU, Japón, Canadá, China o Turquía podrían sumarse al paquete de donantes internacionales. 


Pero Bruselas no debe buscar este apoyo solo por cuestiones financieras, sino también diplomáticas. El reto de la UE no es tanto atraer a Ucrania, el escenario más probable en estos momentos, sino hacerlo sin dinamitar las relaciones con Moscú. Rusia no solamente es el tercer socio comercial de la UE, sino que un 22% de las importaciones energéticas de los 28 Estados miembros proceden del país euroasiático. Y aunque el interés de ambos bloques es preservar esa relación comercial (la UE depende de la energía rusa y Rusia depende de las divisas de la UE), viendo las represalias del pasado de Moscú a Ucrania con las exportaciones de gas, no hay que subestimar la posibilidad de una solución irracional al conflicto. Pero sobre todo, no hay que olvidar que sin el apoyo de Rusia va a ser muy difícil estabilizar Ucrania y, especialmente, contener la secesión de sus regiones orientales y de la península de Crimea, cuya población no solamente es rusófila sino que en algunos casos, es de origen ruso. 


El equilibrio tras la destitución de Yanukovich es muy inestable y una declaración de independencia del Este bien podría acabar en una guerra civil en el patio trasero de la UE. Por cuestiones humanitarias primero, y políticas y económicas después, Bruselas -apoyada por Washington- debe buscar el modo de que Rusia acepte la solución más conveniente tanto para Kiev como para la UE: la progresiva europeízación de Ucrania.

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