La UE y EEUU desafían a Merkel, ¿en vísperas de un juicio de Núremberg económico?

Exportar mucho e importar poco también puede ser un problema. Especialmente para el resto de socios con los que compartes moneda y que tratan de salir de la crisis a golpe de devaluación interna y de crecimiento de la exportación. Así lo dejó claro ayer la Comisión Europea, al anunciar que hará un análisis en profundidad de los desequilibrios macroeconómicos de Alemania, especialmente su superávit comercial, que lleva seis años por encima del 6%.


El presidente del Ejecutivo comunitario, José Manuel Durao Barroso, subrayó que no se trata de una decisión política sino “objetiva” para garantizar la credibilidad del Semestre Europeo, por el que Bruselas trata de identificar los desequilibrios económicos de los 28 y determinar si afectan al resto de socios y son excesivos. En ese caso, la Comisión recomendaría al Consejo Europeo (que representa a los Gobiernos de la UE) que imponga medidas correctoras.

Según el documento publicado ayer por el Ejecutivo comunitario, los elevados superávits comerciales alemanes “pueden poner presión en el euro” para que se aprecie respecto a otras divisas. “Si estas presiones se materializan, esto haría mucho más difícil que las economías periféricas recuperen competitividad a través de la devaluación interna” (¿recuerdan las palabras de Soros diciendo que "Alemania puede evitar la depresión comprometiéndose a ayudar a las economías más débiles de la Unión o saliéndose del €"?).


En cualquier caso, Barroso argumentó que esto no quiere decir que sus empresas tengan que exportar menos, sino que el país de Angela Merkel podría ayudar a reequilibrar la eurozona si aumenta su demanda interna y sus inversiones y liberalizando el sector servicios. “No se trata de cuestionar la competitividad de Alemania, porque el problema no es éste al ser un gran activo para la economía europea en su conjunto (...), sino si la primera potencia económica europea puede hacer más para ayudar al reequilibrio de la economía europea”, afirmó Barroso. Según las últimas previsiones de la Comisión, el superávit por cuenta corriente de Alemania se situará este año en el 7%, el próximo en el 6,6% y el siguiente en el 6,4%

Lo cierto es que Alemania no ve ningún problema en seguir siendo el mayor exportador de Europa, y los beneficios de aliviar el superávit comercial serían muy limitados. De hecho, reducirlo un punto para ajustarlo a los márgenes que pide Bruselas apenas supondría un incremento de las compras de Alemania a la eurozona en 8.140 millones de euros, en el caso de que los flujos comerciales mantuvieran sus proporciones. Esto supondría un avance del 0,086% del PIB en la eurozona.

“Las medidas que se reclaman para impulsar el gasto en Alemania tendrían sentido en el caso de que hubiera muchos países con desequilibrios, pero no se puede resolver el estancamiento de los países periféricos sólo con el superávit alemán”, explica Javier Andrés, profesor de la Universidad de Valencia. La pregunta es: ¿Qué hay detrás de la bronca de Bruselas? ¿Cómo es posible amonestar a un país por ser un buen vendedor de sus productos? Lo recurrente de las críticas, el que quienes se quejan sean siempre los mismos mientras que sus razones cambian, apunta a que el fallo está más en los países deficitarios que en los que en los que tienen superávit.

Enfrentamiento


En los años 90, EEUU acusaba a China de competir de forma desleal porque su divisa (el yuan) estaba devaluada artificialmente. De hecho, este enfrentamiento no ha cesado desde entonces. En 2010 se produjo un período especialmente tenso: el Gobierno de Obama amenazaba un día sí y otro también al presidente Hu Jintao por la “manipulación de la moneda china”, y el gigante asiático replicó amenazando con una guerra comercial sin cuartel. Pero la tensión se diluyó y desde entonces el yuan se ha apreciado un 11% respecto al dólar, aunque siguen produciéndose roces mutuos respecto al dumping de determinados productos.

Parece que EEUU ha cambiado ahora de chivo expiatorio al que culpar de su continuo déficit comercial: mientras los recientes informes de la Secretaría del Tesoro venían señalando a China, el último publicado critica a Alemania por el “anémico” crecimiento de su demanda interna, lo que a su vez ha causado una “tendencia deflacionaria” en Europa. Dos semanas después de este tirón de orejas, la UE se ha sumado al ataque contra el superávit germano.


Sin embargo, ahora son sobre todo EEUU y Japón los que utilizan a sus bancos centrales para presionar a la baja sus divisas, con el objetivo de mejorar sus ventas a otros países. Dentro de Europa, Francia trata de hacer lo propio con el euro y el BCE. Desde 2000, la cuota francesa en el comercio mundial ha pasado del 5,9% al 3,3%, a pesar de que los países de uno y otro lado del Rhin cuentan con los mismos instrumentos de política monetaria. Mientras, Alemania ha mejorado su balanza por cuenta corriente de forma paralela a la apreciación del euro, a partir de 2001, pasando de un déficit del 2% del PIB a un superávit del 7%. Por lo tanto, no parece haber correlación entre los altibajos de la divisa y el buen hacer de las exportaciones.

Además, las medidas que reclama la UE para hacer frente a Alemania podrían “dar marcha atrás en las reformas estructurales” que el propio país realizó en 2003 para superar la recesión, de acuerdo con el Consejo de Sabios alemán. Los expertos temen que un salario mínimo o el aumento del gasto público tenga efectos nocivos en la Alemania oriental.


Hay, además, otro argumento a favor de impulsar políticas para reducir el superávit alemán: el “exceso de ahorro”. Los críticos apuntan que los ahorradores alemanes no tienen suficientes lugares donde invertir este capital dentro de su país, por lo que acaba financiando cosas como la burbuja inmobiliaria española o la deuda griega. “Y otro problema es que los deudores se acostumbran a vivir del ahorro de los demás”, apunta Andrés. Por otra parte el presidente del think tank alemán Ifo, Hans Werner Sinn, señala que “ese ahorro sale de Alemania en forma de rescates, de mutualización de riesgos”, que no se podrían llevar a cabo si se limita el superávit alemán.

Muchos economistas alemanes entienden que el superávit es necesario para reducir la deuda. Juergen Donges, de la Universidad de Colonia, es partidario de “mantener un déficit cero a lo largo del ciclo económico, lo que significa ahorrar en unos momentos para poder gastar en otros”.

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